El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, abogaron este jueves por una política europea de inmigración, a pesar de sus
diferentes legislaciones ante este fenómeno, y reclamaron más ayuda de la UE en el control fronterizo.
La inmigración y el compromiso de pedir al G-20 que se impida la especulación con el precio de las materias primas fueron dos de los ejes de la XVI Cumbre bilateral que ambos presidieron en la isla de La Maddalena, aunque fueron las relaciones de Berlusconi con las mujeres y con los medios de información las que acapararon buena parte de la rueda de prensa con la que concluyó el encuentro.
A pesar de las diferentes legislaciones con las que España e Italia abordan el fenómeno de la inmigración, tanto Zapatero como Berlusconi prefirieron hoy centrarse en que se trata de un problema común y en que es necesario contar con una política europea.
En opinión de Zapatero, esa política debe ser firme frente a la inmigración clandestina, porque detrás están las mafias que trafican con seres humanos, y tiene que partir del principio de cooperación con los países de origen y del respeto a los derechos humanos.
«Por supuesto que podemos y debemos trabajar de manera conjunta en favor de una política de inmigración ordenada», manifestó Zapatero, antes de pedir un refuerzo de la agencia europea de control de fronteras (Frontex) y una mayor liderazgo de la UE en las relaciones con el norte de África.
Con estas palabras evitó comentar las críticas que ha recibido la política de inmigración del Gobierno italiano, que ha penalizado la inmigración ilegal y que ha sido acusado de no respetar los derechos de los irregulares que encuentra en aguas internacionales y devuelve a Libia.
Berlusconi rechazó las críticas y negó las acusaciones: «no tenemos nada que aprender de nadie, nos portamos de forma totalmente cristiana y civilizada para el bien de nuestra ciudadanos y de los inmigrantes».
A su juicio, es necesario distinguir entre los inmigrantes legales y los clandestinos, que cuando no tienen trabajo, dijo, se dedican a la delincuencia y entran en el mundo de la criminalidad organizada.
Zapatero y Berlusconi, que se comprometieron a trabajar juntos por el éxito de la próxima Presidencia española de la UE, coincidieron también en la necesidad de consensuar una posición europea de cara a la cumbre del G-20, que se celebrará en Pittsburg (EEUU) a finales de mes.
Berlusconi propuso a Zapatero ir más allá de la regulación del sistema financiero internacional y defender una iniciativa para luchar contra la especulación internacional del precio de materias primas como el petróleo, el acero o los alimentos.
Su propuesta contó con el respaldo explícito del jefe del Ejecutivo español, quien recordó que el incremente del precio de las materias primas estuvo en buena parte en el origen de la actual crisis.
Ambos constataron que la situación económica parece estabilizarse, pero evitaron mostrarse excesivamente optimistas, y Zapatero insistió en que aún falta «un recorrido» para que se pueda hablar de recuperación.
Zapatero hizo hincapié en la necesidad de contar con Italia para tener éxito durante la Presidencia española de la UE y, como ante la inmigración, abogó por una política de Defensa común y por un Ejército europeo.
En la misma línea se manifestó Berlusconi, quien considera «anacrónico» que cada país mantenga su Ejército, con el consiguiente «despilfarro» de energía y dinero.
Zapatero viajó a La Maddalena acompañado por sus ministros de Economía, Exteriores, Defensa, Fomento, Industria e Interior, quienes tuvieron ocasión de escuchar cómo Berlusconi explicaba que, cuando calificó de «demasiado rosa» el último Gobierno socialista, estaba elogiándolo y no criticándolo.
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