Cuando en esta campaña se escucha el ajado término identidad, muchos electores bostezan creyendo que el debate se centra, una vez más, en la definición nacional de Cataluña. Convendría, no obstante, que se mantuvieran atentos, pues en esta ocasión se puede estar discutiendo sobre algo más pegado a la calle, sobre la cuarta prioridad para la ciudadanía, según las encuestas de la propia Generalitat: la inmigración.
La influencia del fenómeno en el diseño de la Cataluña actual es tan innegable como que el municipio leridano de Guissona es el primero de España con más extranjeros censados que autóctonos -3.289 por 3.279-, tanto como que la comunidad lidera la cifra de foráneos -1.293.283 de sus 7.504.881 habitantes son extranjeros-.
Ha sido la legislatura de los conflictos vecinales en Salt, de la visita de la eurodiputada de Sarkozy a Badalona o de laclausura 'sine die' de la mezquita de Lleida. Los candidatos lo recuerdan y sus programas lo reflejan. El elector se topará con extrañas coincidencias y choques previstos y previsibles.
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