Si para España, el gran problema de la inmigración consiste en las miles de pateras que anualmente llegan a nuestras costas, el resto de Europa tiene su gran coladero en Grecia adonde confluyen diversas rutas provenientes de Oriente Medio y África.
La presión migratoria en Grecia crece a un ritmo imparable. Sólo en los seis primeros meses de 2009, se detuvieron a 57.000 personas. La mayoría procede de Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Irak, Turquía y del norte de África. En los últimos años, Grecia sólo ha aprobado una media de 1,5% de las solicitudes de asilo, frente al 26% de media en la Unión Europea.
Al Gobierno del conservador Kostas Karamanlis le llueven denuncias desde organizaciones pro Derechos Humanos sobre brutalidad policial, repatriaciones ilegales e ineptitud ante el problema. Y a la vez, el propio gobierno, reconoce sin tapujos el hacinamiento y las condiciones de insalubridad en los campos de detención de inmigrantes.
Si nos creemos que en España, la inmigración es un problema grave, que se lo pregunten a los griegos.
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