El Ejército Mexicano y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas estadounidense descubrieron un «narcotúnel» entre Tijuana y San Diego de unos 450 metros de longitud. La noticia no tendría especial relevancia (desde que en 1981 apareciera el primero de este tipo de pasadizos son más de un millar los pequeños túneles encontrados), si no fuera porque éste cuenta con luz eléctrica, sistema de ventilación y hasta raíles para poder transportar la droga en plataformas. Las autoridades de ambas naciones se han incautado, además, de 25 toneladas de marihuana.
La entrada en la parte de Tijuana se halla en una bodega abandonada de la calle López Portillo, a unos 50 metros de la garita de Otay, en la frontera, y en las inmediaciones de otros domicilios donde han aparecido diferentes pasadizos. La boca del túnel está excavada en una de las dependencias de la bodega, junto a montones de tierra extraída.
El acceso es un hoyo al ras del suelo de unos dos metros cuadrados. A unos seis metros de profundidad comienza un corredor por el que debe avanzarse a gatas, pues su altura (alrededor de un metro en sus tramos más amplios) no permite caminar. Los raíles están separados entre sí unos 60 centímetros y permiten colocar sobre ellos una plataforma con ruedas metálicas con un par de fardos de marihuana. La iluminación se logra mediante un cable con bombillas cada cierto trecho, y la ventilación se consigue a través de un sistema de extractores y ventiladores.
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